El corazón del vino de Lanzarote. 22-06-2009.
Unos trescientos deportistas participaron ayer en una peculiar carrera a través del corazón vitivinícola de Lanzarote: La Geria
José Carlos Hernández lo único que quizás lamentó ayer es no pesar algunos kilos más. Aunque quizás eso le hubiera impedido ganar la primera edición de la denominada Carrera del Vino de Lanzarote. Lo cierto es que el premio que se llevó fue su peso en vino, un total de 59 litros, tantos como kilos tiene este maratoniano. La prueba, organizada por el Cabildo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen, el Gobierno de Canarias y el Club La Santa, arrancó a las diez de la mañana en la Ermita de Los Dolores de Mancha Blanca (Tinajo) y concluyó en una línea de meta situada entre las bodegas Rubicón y La Geria. Los puntos de avituallamiento situados en las bodegas que se distribuyen por La Geria o en sus inmediaciones, no eran los habituales, porque los participantes tenían la opción de elegir entre agua o vino. Dado el calor reinante en la jornada de ayer y la dureza de una prueba que en muchas de sus fases transcurrió por caminos de tierra entre las parras, la mayor parte de ellos optó por el agua, dejando el malvasía para la fiesta de la entrega de premios. Los aproximadamente trescientos participantes tuvieron que recorrer una distancia de 21,1 kilómetros. Se había establecido un tiempo máximo de cuatro horas (el ganador invirtió una hora y diez minutos). Las bodegas que colaboraron con el evento fueron Reymar, Mozaga, Los Bermejos, El Grifo, Vega de Yuco, La Grieta, Martinón, Stratvs, Rubicón y La Geria. En realidad, todo lo que se haga por la promoción del vino insular es poco, pues los problemas del sector son múltiples, aunque esto no es ninguna novedad, pues ocurre desde hace años. La incertidumbre se ha apoderado de hecho del sector y esto se ha traducido en la lenta pero hasta ahora imparable pérdida de hectáreas cultivadas. Por eso las aulagas y los tabobos ganan terreno en el paisaje de La Geria, un ejemplo de la simbiosis perfecta que en ocasiones puede darse entre el hombre y la naturaleza. La ceniza volcánica que recubre este espectacular paraje, declarado Paisaje Protegido, es producto de las erupciones volcánicas que tuvieron lugar entre 1730 y 1736. Un manto de fuego procedente de las entrañas de la tierra cubrió las que eran algunas de las zonas más fértiles de la isla. Hasta que alguien se dio cuenta de que aquella escoria infernal, el rofe, resultaba ideal para mantener la humedad en los cultivos. Y las parras se adaptaron perfectamente a la situación. El mito del Ave Fénix se hizo realidad en Lanzarote.
José Carlos Hernández lo único que quizás lamentó ayer es no pesar algunos kilos más. Aunque quizás eso le hubiera impedido ganar la primera edición de la denominada Carrera del Vino de Lanzarote. Lo cierto es que el premio que se llevó fue su peso en vino, un total de 59 litros, tantos como kilos tiene este maratoniano. La prueba, organizada por el Cabildo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen, el Gobierno de Canarias y el Club La Santa, arrancó a las diez de la mañana en la Ermita de Los Dolores de Mancha Blanca (Tinajo) y concluyó en una línea de meta situada entre las bodegas Rubicón y La Geria. Los puntos de avituallamiento situados en las bodegas que se distribuyen por La Geria o en sus inmediaciones, no eran los habituales, porque los participantes tenían la opción de elegir entre agua o vino. Dado el calor reinante en la jornada de ayer y la dureza de una prueba que en muchas de sus fases transcurrió por caminos de tierra entre las parras, la mayor parte de ellos optó por el agua, dejando el malvasía para la fiesta de la entrega de premios. Los aproximadamente trescientos participantes tuvieron que recorrer una distancia de 21,1 kilómetros. Se había establecido un tiempo máximo de cuatro horas (el ganador invirtió una hora y diez minutos). Las bodegas que colaboraron con el evento fueron Reymar, Mozaga, Los Bermejos, El Grifo, Vega de Yuco, La Grieta, Martinón, Stratvs, Rubicón y La Geria. En realidad, todo lo que se haga por la promoción del vino insular es poco, pues los problemas del sector son múltiples, aunque esto no es ninguna novedad, pues ocurre desde hace años. La incertidumbre se ha apoderado de hecho del sector y esto se ha traducido en la lenta pero hasta ahora imparable pérdida de hectáreas cultivadas. Por eso las aulagas y los tabobos ganan terreno en el paisaje de La Geria, un ejemplo de la simbiosis perfecta que en ocasiones puede darse entre el hombre y la naturaleza. La ceniza volcánica que recubre este espectacular paraje, declarado Paisaje Protegido, es producto de las erupciones volcánicas que tuvieron lugar entre 1730 y 1736. Un manto de fuego procedente de las entrañas de la tierra cubrió las que eran algunas de las zonas más fértiles de la isla. Hasta que alguien se dio cuenta de que aquella escoria infernal, el rofe, resultaba ideal para mantener la humedad en los cultivos. Y las parras se adaptaron perfectamente a la situación. El mito del Ave Fénix se hizo realidad en Lanzarote.
El Informador de Maspalomas.