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Aguantar las ganas de orinar por "calentar la silla" en el trabajo, contener la eyaculación en prácticas sexuales que se basan en "estar al borde del orgasmo largo tiempo sin vaciar" o llevar una vida "viciosamente sedentaria" aumenta las inflamaciones de próstata juvenil.
Aguantar las ganas de orinar por "calentar la silla" en el trabajo, contener la eyaculación en prácticas sexuales que se basan en "estar al borde del orgasmo largo tiempo sin vaciar" o llevar una vida "viciosamente sedentaria" aumenta las inflamaciones de próstata juvenil.
Así lo ha puesto de manifiesto ayer martes en rueda de prensa Francisco Juárez del Dago, especialista en urología y andrología quien ha explicado que este tipo de patología, la prostatitis, es la más frecuente del varón joven en las consultas como la que él dirige desde hace 20 años en la capital grancanaria.
Aunque la inflamación de la próstata está muy relacionada con la actividad sexual, ya que puede padecerse desde que se es un varón sexual, según afirmó, Juárez del Dago, también aludió a otros factores, como la deshidratación.
Francisco Juárez del Dago distinguió la prostatitis de la hipertrofia prostática benigna, es decir, del crecimiento de este órgano glándular y muscular que fabrica parte del semen que se emite por la uretra, otra enfermedad que puede obstruir la micción y generar irritación.
Sin embargo, informó Francisco Juárez del Dago de que sufrir una inflamación de próstata a edades tempranas aumenta la probabilidad de que se orine mal desde entonces, lo que predispone a esos pacientes a ser intervenidos en muchas ocasiones antes de que, a los 40 años, su próstata comience a crecer.
Francisco Juárez del Dago, que desde 2007 ha realizado 200 intervenciones con láser verde para tratar las hipertrofias de próstatas benignas, expuso las ventajas que, a su juicio, tiene esta técnica frente a la llamada cirugía abierta que comenzó a practicarse en 1950.
Francisco Juárez del Dago destacó que esta técnica, que puede costar a un paciente entre 5.000 y 7.000 euros, dependiendo del tamaño de su próstata, evita la necesidad de hacer transfusiones de sangre, ya que el láser fotovaporiza y coagula el tejido sobre el que actúa.
A ello se suma el hecho de que esta técnica no limita el tiempo de intervención, para la que se precisa de una anestesia epidural, y que en ella que no se hacen incisiones, ya que se actúa a través de un cistoscopio que se introduce en la vejiga, además de que se reduce a 24 horas los plazos de hospitalización.
Francisco Juárez del Dago afirmó que el futuro del tratamiento quirúrgico de las patologías de la próstata es el láser verde y recordó que las revisiones médicas hay que hacerlas siempre que haya problemas y a partir de los 44 años una vez al año como medida para prevenir el cáncer, edad que se adelantará a los 40 si se tienen familiares con esta enfermedad.
Aunque la inflamación de la próstata está muy relacionada con la actividad sexual, ya que puede padecerse desde que se es un varón sexual, según afirmó, Juárez del Dago, también aludió a otros factores, como la deshidratación.
Francisco Juárez del Dago distinguió la prostatitis de la hipertrofia prostática benigna, es decir, del crecimiento de este órgano glándular y muscular que fabrica parte del semen que se emite por la uretra, otra enfermedad que puede obstruir la micción y generar irritación.
Sin embargo, informó Francisco Juárez del Dago de que sufrir una inflamación de próstata a edades tempranas aumenta la probabilidad de que se orine mal desde entonces, lo que predispone a esos pacientes a ser intervenidos en muchas ocasiones antes de que, a los 40 años, su próstata comience a crecer.
Francisco Juárez del Dago, que desde 2007 ha realizado 200 intervenciones con láser verde para tratar las hipertrofias de próstatas benignas, expuso las ventajas que, a su juicio, tiene esta técnica frente a la llamada cirugía abierta que comenzó a practicarse en 1950.
Francisco Juárez del Dago destacó que esta técnica, que puede costar a un paciente entre 5.000 y 7.000 euros, dependiendo del tamaño de su próstata, evita la necesidad de hacer transfusiones de sangre, ya que el láser fotovaporiza y coagula el tejido sobre el que actúa.
A ello se suma el hecho de que esta técnica no limita el tiempo de intervención, para la que se precisa de una anestesia epidural, y que en ella que no se hacen incisiones, ya que se actúa a través de un cistoscopio que se introduce en la vejiga, además de que se reduce a 24 horas los plazos de hospitalización.
Francisco Juárez del Dago afirmó que el futuro del tratamiento quirúrgico de las patologías de la próstata es el láser verde y recordó que las revisiones médicas hay que hacerlas siempre que haya problemas y a partir de los 44 años una vez al año como medida para prevenir el cáncer, edad que se adelantará a los 40 si se tienen familiares con esta enfermedad.
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